Los tres Festivales espirituales de Pascua, el gran festival de Occidente celebrado en la luna llena de Aries; Wesak, el gran festival Oriental celebrado en la luna llena de Tauro y el Festival de Buena Voluntad, el Festival del Cristo, celebrado en la luna llena de Géminis, son una demostración de los nexos que unen a un buen número de tradiciones religiosas: el cristianismo, el judaísmo que suministró la base para el trabajo del Cristo, el islamismo que Alice Bailey describió como un “retoño híbrido del cristianismo”, y el budismo, con su conexión histórica con el hinduismo.
La estrecha asociación entre los “dos hermanos”, el Cristo y el Buda, demostrada cada año en Wesak, que conduce a la subsiguiente liberación de energía espiritual en el festival del Cristo, es una afirmación de la unidad subyacente que existe en el lado interno de la vida. Cristo permanece en el centro de este vértice de energías confluyentes.
El Cristo, del griego Cristos, significa el “ungido”, el mismo nombre dado en hebreo al Mesías. El Imam Mahdi, el “Guiado” esperado por los musulmanes chiítas, el Buda Maitreya que esperan los budistas y el Kalki Avatar anunciado en las escrituras hindúes son solo algunos de los nombres dados, por las numerosas tradiciones religiosas en todo el mundo, a la ampliamente compartida expectativa por un Salvador mundial.
En la nueva religión mundial se adopta esta expectativa como una garantía de la relación del hombre con Dios, tal como lo expresa San Pablo: “Cristo en ti, esperanza es de gloria”. Edgar Cayce la llamó “el modelo para cada hombre en la tierra, sea gentil o judío, partiano o griego. Porque todos tienen el modelo, bien sea que lo reconozcan por ese nombre o no”.
La nueva religión mundial también contempla el retorno de Cristo como una afirmación de la continuidad de la revelación y del acercamiento divino. El reconocimiento de la necesidad de que la humanidad realice este acercamiento a Dios y a lo divino, y no simplemente “esperar el rescate”, es un elemento clave de la nueva religión mundial y la clave para reconocer la gran importancia espiritual de los tres Festivales espirituales.
En este momento del ciclo anual, la humanidad tiene la oportunidad de cooperar en un acto unido de invocación basado en el reconocimiento de la necesidad espiritual. El proceso de invocación, el poder motivador de la nueva religión mundial, se apoyará en el esfuerzo unido de incontables seres humanos con la visión de un mundo de correctas relaciones humanas, en el cual el reino material se considere como el medio para la manifestación del espíritu y no su antítesis. Esta forma de invocación tendrá su base en la comprensión de la síntesis subyacente en la amplia diversidad de formas y en el poder de la voluntad al bien, para revelar la forma de establecer las correctas relaciones entre todas las partes de la Totalidad.