Su nombre proviene del griego, 'thýmos', y significa energía vital.
Él crece cuando estamos alegres y se encoge a la mitad cuando estamos estresados y aún más cuando nos enfermamos.
Esa característica confundió durante mucho tiempo a la medicina, que solo lo conocía a través de las autopsias y siempre lo encontraba achicado y encogido.
Se suponía que se atrofiaba y dejaba de trabajar en la adolescencia, tanto es que durante décadas los médicos americanos bombardeaban timos perfectamente saludables con altas dosis de rayos X, creyendo que su 'tamaño anormal' podría causar problemas.