HAY UN OBSERVADOR EN LA SOLEDAD?

Mi mente observa la soledad y la evita, escapa de ella. Pero si no escapo de ella, ¿hay, acaso, una división, una separación, hay un observador observando la soledad? ¿O sólo existe un estado de soledad, un estado en que mi mente misma se siente vacía, sola? No hay allí un observador consciente de la soledad. Creo que es muy importante captar esto rápidamente, sin verbalizarlo demasiado. Decimos: «Soy envidioso y quiero librarme de la envidia», de modo que están el observador y lo observado; el observador desea librarse de eso que «él» observa. Pero ¿no es el observador lo mismo que lo observado? Es la mente misma la que ha creado la envidia; en consecuencia, la mente no puede hacer nada con respecto a la envidia. Así, mi mente observa la soledad; el pensador tiene conciencia de que se siente solo. Pero si permanezco plenamente en contacto con eso, es decir, si no escapo de ello, si no lo interpreto y demás, ¿hay diferencia alguna entre el observador y lo observado? ¿O sólo existe un estado, el de la mente misma que está vacía, sola? Entonces, al darse cuenta la mente de que ella misma está vacía y de que cualquier esfuerzo, cualquier movimiento que haga para alejarse de esa vacuidad es tan sólo un escape, una dependencia, ¿puede dejar a un lado toda dependencia y permanecer así, completamente vacía, completamente sola? Y si se halla en ese estado, ¿no está, acaso, libre de toda dependencia, de todo apego?


J. Krishnamurti - Vol. IX de las Obras Completas

PUEDE UN SER HUMANO CAMBIAR?" - Krishnamurti

Usted debe haberse preguntado, estoy seguro, si un ser humano puede realmente cambiar. Sé que las circunstancias externas cambian; nos casamos, nos divorciamos, tenemos hijos, hay muerte, un empleo mejor, la presión de las nuevas invenciones, etc.

Exteriormente se desarrolla una tremenda revolución en la cibernética y en la automatización. Usted debe haberse preguntado si es del todo posible que uno cambie, no en relación con los acontecimientos externos, no un cambio que sea una mera repetición o una continuidad modificada, sino una revolución radical, una mutación total de la mente.

Cuando uno se da cuenta, como usted mismo debe haberlo notado, que de hecho no cambia, uno se siente terriblemente abatido, escapa de sí mismo. De modo que surge la pregunta inevitable: ¿Puede haber un cambio?. Recordamos un periodo en que éramos jóvenes, esa pregunta acude a nosotros nuevamente: Cambian, en modo alguno, los seres humanos? ¿ha cambiado usted? Quizás ha existido una modificación en la periferia, pero en lo profundo, radicalmente, ¿ha cambiado?. Tal vez no queremos cambiar porque nos sentimos bastante cómodos [...]

Yo quiero cambiar. Veo que soy terriblemente desdichado, estoy deprimido, soy desagradable, violento, con algún destello ocasional de otra cosa que el mero resultado de un motivo; y ejercito mi voluntad para hacer algo al respecto. Digo que debo ser diferente, que debo abandonar este hábito, ese otro hábito, que debo pensar y sentir de una manera distinta, que debo actuar de una manera distinta, que debo ser más esto y menos aquello. Uno hace un esfuerzo tremendo, y al final de ello sigue estando deprimido, es vulgar, desagradable, brutal, sin sentido alguno de lo que es la calidad humana. Entonces se pregunta si existe de hecho cambio alguno. ¿Puede un ser humano cambiar?.

(Krishnamurti )

LA EDAD POR KRISHANAMURTI

¿Qué es la edad?

¿Es el número de años que uno ha vivido?

Eso forma parte de la edad; uno ha nacido en tal y tal año, y ahora tiene quince, cuarenta o sesenta años. El cuerpo envejece, y lo mismo ocurre con la mente cuando está cargada con todas las experiencias, desdichas y fatigas de la vida; y una mente así jamás puede descubrir qué es la verdad.

La mente puede descubrir algo sólo cuando es joven, fresca, inocente; pero la inocencia no es una cuestión de edad. No sólo el niño es inocente -puede no serlo_ sino la mente que es capaz de experimentar sin acumular los residuos de la experiencia. La mente tiene que experimentar, eso es inevitable. Tiene que responder a todo el río, al animal enfermo, al cuerpo muerto que llevan para la cremación, a los pobres aldeanos que transportan sus cargas por el camino, a las torturas y miserias de la vida; de lo contrario la mente ya está muerta. Pero tiene que ser capaz de responder sin quedar atrapada en la experiencia. la tradición, la acumulación de experiencias, las cenizas de la memoria, todo eso es lo que envejece a la mente.

La mente que muere cada día a los recuerdos del ayer, a todas las alegrías y los dolores del pasado, una mente así es lozana, inocente, no tiene edad; y sin esa inocencia, ya sea que uno tenga diez años o sesenta, no encontrará a Dios...

(Krishnamurti)