Usted debe haberse preguntado, estoy seguro, si un ser humano puede realmente cambiar. Sé que las circunstancias externas cambian; nos casamos, nos divorciamos, tenemos hijos, hay muerte, un empleo mejor, la presión de las nuevas invenciones, etc.
Exteriormente se desarrolla una tremenda revolución en la cibernética y en la automatización. Usted debe haberse preguntado si es del todo posible que uno cambie, no en relación con los acontecimientos externos, no un cambio que sea una mera repetición o una continuidad modificada, sino una revolución radical, una mutación total de la mente.
Cuando uno se da cuenta, como usted mismo debe haberlo notado, que de hecho no cambia, uno se siente terriblemente abatido, escapa de sí mismo. De modo que surge la pregunta inevitable: ¿Puede haber un cambio?. Recordamos un periodo en que éramos jóvenes, esa pregunta acude a nosotros nuevamente: Cambian, en modo alguno, los seres humanos? ¿ha cambiado usted? Quizás ha existido una modificación en la periferia, pero en lo profundo, radicalmente, ¿ha cambiado?. Tal vez no queremos cambiar porque nos sentimos bastante cómodos [...]
Yo quiero cambiar. Veo que soy terriblemente desdichado, estoy deprimido, soy desagradable, violento, con algún destello ocasional de otra cosa que el mero resultado de un motivo; y ejercito mi voluntad para hacer algo al respecto. Digo que debo ser diferente, que debo abandonar este hábito, ese otro hábito, que debo pensar y sentir de una manera distinta, que debo actuar de una manera distinta, que debo ser más esto y menos aquello. Uno hace un esfuerzo tremendo, y al final de ello sigue estando deprimido, es vulgar, desagradable, brutal, sin sentido alguno de lo que es la calidad humana. Entonces se pregunta si existe de hecho cambio alguno. ¿Puede un ser humano cambiar?.
(Krishnamurti )