Esta visualización puede realizarse en un espacio abierto, alejado, y de noche preferentemente sin luna.
Realizamos la preparación para la visualización como lo explicamos para otros ejercicios.
Nos acostamos sobre la tierra -real o imaginaria- observamos el cielo, vamos a ir mirando cada una de las estrellas que se encuentran dentro de nuestro campo visual, hasta que nos sentimos atraídos por una de ellas o un conjunto de ellas de las que elegimos solo a una
Fijamos nuestra atención en esa estrella y vamos a ir sintiendo como todo el entorno desaparece resaltandose esa estrella más y más.
La estrella aumenta su brillo, ahora nosotros vamos a sentir que somos un lago en el que se está reflejando esa estrella, por ello la estrella está reflejada dentro nuestro.
Sentimos como su luz se expande y cómo penetra en profundidad en ese lago que somos nosotros.
A medida que esto ocurre -sea con ojos abiertos ante la estrella real o con ojos cerrados ante la estrella imaginaria- la satisfacción de haber alcanzado este estado nos procura inmensa alegría.
Cuando nos sentimos compenetrados en la armonía con las estrellas cerramos los ojos -si es que estaban abiertos en la realidad o imaginariamente si es que ya estaban cerrados- y miramos las estrellas del cielo en nuestro propio interior y distinguimos la nuestra.
Si así lo deseamos le ponemos un nombre o le encontramos una particularidad o algo en especial que haga que podamos reconocerla en cualquier momento -real o imaginario-
Asi vamos sintiendo una cierta afinidad con esa estrella que ahora es "nuestra estrella" la cual nos lleva a la armonia.
Nos quedamos en esa imagen todo el tiempo que necesitemos o deseemos. Y sentimos dentro nuestro titilar su vibración y nuestro ser vibra y titila al igual que las estrellas.
Siempre que cerremos los ojos podemos recurrir a esta imagen interior asociada con esta sensación y conectarnos así con la armonía.
Ahora, si lo deseamos, podemos utilizar nuestras manos y conducirla suavemente por sobre la piel de nuestro cuerpo hasta por debajo de nuestro ombligo, la depositamos allí y pronto sentiremos cómo una gran luz desde nuestro interior estalla en todo nuestro alrededor.
De esta manera un gran halo de luz nos rodeará y muchos podrán verlo en la realidad después de terminado este ejercicio y durante todo el tiempo que lo sostengamos.
En la medida que este trabajo sea realizado en forma profunda iremos sintiendo una especie de comunicación cósmica que nos unirá y nos hará participes de lo celestial.
Muy despacito, respetando siempre nuestros tiempos internos vamos regresando al lugar de "donde salimos" y nos preparamos para continuar nuestra vida cotidiana.
Realizamos la preparación para la visualización como lo explicamos para otros ejercicios.
Nos acostamos sobre la tierra -real o imaginaria- observamos el cielo, vamos a ir mirando cada una de las estrellas que se encuentran dentro de nuestro campo visual, hasta que nos sentimos atraídos por una de ellas o un conjunto de ellas de las que elegimos solo a una
Fijamos nuestra atención en esa estrella y vamos a ir sintiendo como todo el entorno desaparece resaltandose esa estrella más y más.
La estrella aumenta su brillo, ahora nosotros vamos a sentir que somos un lago en el que se está reflejando esa estrella, por ello la estrella está reflejada dentro nuestro.
Sentimos como su luz se expande y cómo penetra en profundidad en ese lago que somos nosotros.
A medida que esto ocurre -sea con ojos abiertos ante la estrella real o con ojos cerrados ante la estrella imaginaria- la satisfacción de haber alcanzado este estado nos procura inmensa alegría.
Cuando nos sentimos compenetrados en la armonía con las estrellas cerramos los ojos -si es que estaban abiertos en la realidad o imaginariamente si es que ya estaban cerrados- y miramos las estrellas del cielo en nuestro propio interior y distinguimos la nuestra.
Si así lo deseamos le ponemos un nombre o le encontramos una particularidad o algo en especial que haga que podamos reconocerla en cualquier momento -real o imaginario-
Asi vamos sintiendo una cierta afinidad con esa estrella que ahora es "nuestra estrella" la cual nos lleva a la armonia.
Nos quedamos en esa imagen todo el tiempo que necesitemos o deseemos. Y sentimos dentro nuestro titilar su vibración y nuestro ser vibra y titila al igual que las estrellas.
Siempre que cerremos los ojos podemos recurrir a esta imagen interior asociada con esta sensación y conectarnos así con la armonía.
Ahora, si lo deseamos, podemos utilizar nuestras manos y conducirla suavemente por sobre la piel de nuestro cuerpo hasta por debajo de nuestro ombligo, la depositamos allí y pronto sentiremos cómo una gran luz desde nuestro interior estalla en todo nuestro alrededor.
De esta manera un gran halo de luz nos rodeará y muchos podrán verlo en la realidad después de terminado este ejercicio y durante todo el tiempo que lo sostengamos.
En la medida que este trabajo sea realizado en forma profunda iremos sintiendo una especie de comunicación cósmica que nos unirá y nos hará participes de lo celestial.
Muy despacito, respetando siempre nuestros tiempos internos vamos regresando al lugar de "donde salimos" y nos preparamos para continuar nuestra vida cotidiana.