El acumulador de Orgón
la energía cósmica que precede a la materia y la genera
la energía cósmica que precede a la materia y la genera
En términos reichianos, la energía biológica y la energía cósmica son manifestaciones diferentes de una misma energía primordial, la energía orgónica, que es “la energía que precede a la materia y la genera”.
El orgón, tal y como fue definido por Reich, se opone a la entropía. Contrariamente al segundo principio de la termodinámica, fluye del sistema más débil hacia el más fuerte. La materia orgánica atrae a la energía orgónica, mientras que los metales, después de atraerla, la repelen.
El aprovechamiento de éstas propiedades físicas posibilitó la confección del primer “acumulador de orgón”, un sencillo aparato que permite observar la energía orgónica visualmente (es posible percibir su luminiscencia azulada), térmicamente (aumento de la temperatura en el interior del acumulador aún cuando éste sea enterrado o sumergido), electroscópicamente y por medio del contador Geiger Müller.
En el transcurso de las investigaciones orgonómicas, Reich atribuyó grandes virtudes curativas al uso médico del acumulador: puede ser utilizado para reestablecer el equilibrio neurovegetativo y ayuda a combatir múltiples enfermedades.
La energía vital, llamada “Orgón”, fue descubierta por Wilhem Reich entre 1936 y 1939 en Noruega, como resultado de complicadas investigaciones en el terreno de la naturaleza en general y en el de las funciones humanas bioenergéticas en particular.
¿Qué es un acumulador de energía orgónica?
El acumulador de energía orgónica es un instrumento diseñado de tal forma que la energía vital presente en la atmósfera de nuestro planeta puede ser recogida, acumulada y utilizada.
¿Qué es la energía vital y cómo está relacionada con la energía cósmica?
La existencia de un tipo específico de energía que dirige y mantiene la vida ha sido teóricamente asumida durante largo tiempo por muchos científicos y filósofos naturales. Reich consiguió conectar hechos conocidos, de tal forma que la existencia de una energía vital específica se hizo concretamente demostrable, utilizable y medible. La energía orgónica es el nombre dado por W. Reich a esta específica energía vital dentro de los organismos de los seres vivos; su existencia en la atmósfera fue también demostrada.
El acumulador de energía orgónica
Para usar la energía orgónica debe ser primero acumulada y concentrada, esto se hace por medio de ciertas adaptaciones de materiales orgánicos y metálicos cuya estratificación dará una dirección de la energía con un potencial (potencial orgonómico) dirigido desde el exterior hacia el interior. La energía orgónica atmosférica penetra las paredes del acumulador y el individuo situado en su interior, de una forma totalmente autorreguladora, absorverá tanta energía orgónica como requiera.
Con el acumulador de energía orgónica tenemos a nuestra disposición un instrumento médica y profilácticamente adecuado para hacer frente, de forma eficaz, a lo que usualmente se llama “disposición para la enfermedad”. Esta “disposición” es algo muy concreto. Es el bajo nivel bioenergético y metabólico en el organismo. Un organismo altamente cargado no desarrollará un resfriado fácilmente cuando haga mal tiempo; un organismo débilmente cargado contraerá un resfriado con una leve llovizna. Un organismo fuertemente cargado no permite el desarrollo de una descomposición local en el pulmón o en la piel; uno débil sí.
El efecto de la irradiación sobre las enfermedades especiales es rara vez directo; así, un tumor no será afectado directa o indirectamente. Un resfriado no se suprimirá en las primeras sesiones. Una jaqueca o un dolor reumático pueden perfectamente persistir después de un cierto período de tiempo. Esto es, porque la energía orgónica debe, en primer lugar, afectar al organismo total, al fondo total del que emergen los síntomas singulares. Únicamente cuando el organismo total, y especialmente el sistema sanguíneo, estén suficientemente cargados, empezarán a ceder los síntomas. De acuerdo con esto no es la energía externa sino el alto nivel de bioenérgetica interna el responsable de la mejoría en el terreno sintomático.
Por término medio, la irradiación orgónica para seres humanos requiere sesiones entre cinco minutos y media hora diarias. Con uso regular, el tiempo necesario se acorta. Un paciente que empiece con irradiaciones de media hora puede acabar con sesiones únicamente de diez minutos.
Jaime Luis Selfa
Revista Invierno 1999